ME SIENTO COMO SAPO...

En nadie conoce a nadie...
...

Después del fin de semana de la muerte, hoy me levanto con un trauma post-fiesta un poco extraño. Menos mal que llegan las esperadas (y merecidísimas) vacaciones. The Santweek pinta bien, mucho mejor que el San Patrick’s weekend (que no tuvo desperdicio).

Esta mañana el Sol ha entrado por el parabrisas y me ha golpeado en la cara. Es que claro, ya es primavera, lo dice El Corte Inglés. Aunque ya he hecho alguna excursión a la playa estos días atrás, ahora estaré dos semanas sin acudir, hasta que todos esos extraños vuelvan a irse de mi playa, y me dejen espacio para mi…únicamente para mi.

Recuerdo las vacaciones en las que Mamá, Papá y yo pasábamos dos semanas enteras en la casa de la playa. Era muy especial. El último día de clase hacíamos una mudanza, como si nos fuésemos a la playa para siempre. Durante un día lo organizábamos todo, limpiábamos la casa, llenábamos la nevera de comida, y nos preparábamos para disfrutar del Sol mediterráneo muchos días. Siempre he preferido la piscina, así que gran parte de las dos semana me la pasaba en la piscina de los vecinos. Ahora valoro mucho más la arena natural, que los fríos y artificiales baldosines azules.
Así fue durante muchas semanas santas, siempre se repetía el mismo ritual de la mudanza y la puesta a punto de la casa de la playa. El año que dejamos la casa de la playa me dio tanta pena…como buen adolescente rebelde que era por aquel entonces (aunque ahora he crecido, y soy un niño) grabé con las llaves en una madera que había en la terraza de la casa:
AGUSTÍN ESTUVO AQUÍ Y VOLVERÁ
Pero no volví…supongo que para no cambiar los buenos momentos que recuerdo de aquella casa.
Como dice el Sr Dralnu, no se debe volver a los lugares que nos traen buenos recuerdos, porque sólo pensaremos en ellos sin disfrutar los que vivamos en ese momento.

Prefiero quedarme con aquel recuerdo. Era lo más parecido a la felicidad.