INSTRUCCIONES: LEER Y OLVIDAR III

Antes de salir me diste aquel paquete perfectamente envuelto. Al hacer la mochila le quité el envoltorio, pero siguiendo tus instrucciones no lo abrí en aquel momento. Esperaría uno días.

El camino me mantenía distraído pero en algunos momentos pensaba en el contenido de aquella cajita y me intrigaba, me intrigaba muchísimo.
No controlarlo todo me pone nervioso, no tener explicación para cada cosa que me rodea me confunde, me desespera. El desconocimiento puede llegar a afectarme tanto…. Así que saqué la cajita de la mochila y la observé unos segundos. No pude esperar, no me dio tiempo ni a pensarlo, ni a darme cuenta de que ya había dado el primer paso, simplemente la abrí.
No recuerdo ni como era, todo fue muy rápido, sólo me queda un vago recuerdo de su textura, de su tacto….madera áspera, cómo recién talada, cómo si aún estuviera llena de vida. En este momento miré los árboles que tenía justo delante, una arboleda verde de árboles antiguos. Cada uno de ellos parecía tener rostro propio. En otoño sus hojas caerían y lo llenarían todo de un color rojizo, pero en aquel preciso instante, en aquel ahora no era así….su verde follaje me hizo parar un momento y respirar profundamente, imaginando por un instante que ellos me contaban que no me guardaban rencor por poseer ese trocito arrancado de alguno de sus semejantes, no sólo eso, sino que además me daban permiso amablemente con sus palabras para respirar un poco más de aquel aire tan puro.

La cajita no pesaba mucho, pero era muy difícil de sostener por su extraña forma poligonal. Aunque la pequeña tapa superior ya estaba abierta, no quise mirar, aguardé un poco más, alargué la espera hasta que no pude soportarlo. Hasta me odie durante un instante por hacerme sufrir de esa manera tan absurda.

Pero el contenido finalmente me decepcionó, seguramente porque esperaba encontrarme algo más. La intriga había durado mucho, y aquello no cumplía mis expectativas. Ya lo había visto en muchas ocasiones, y muchas veces lo había tenido entre mis manos.

No me arrepiento de lo que hice.
Aún recuerdo su agradable sabor.
En ocasiones si presto mucha atención puedo llegar a oír su triste latir dentro de mí.





Gracias por el regalo.